Cronicas Chaqueñas

En la Argentina, el Presidente no es una persona sino un matrimonio: la curiosidad institucional antes que nada, es irregular. Luego, plantea algunos interrogantes importantes porque a la Argentina le está yendo pésimo con la innovación.
La primera presidencia de Néstor Kirchner fue opinable; la segunda -al menos hasta ahora- , refutable. Es que desde sus orígenes, intentó siempre -una y otra vez- vías de escape a todo control institucional.
Primero, nombró sucesora a su esposa con el fin de lograr -por otros medios- la re-elección indefinida que la Constitución impide.
Pero al ocurrir el conflicto con el campo -a poco de asumida la heredera-, Néstor intuyó que su plan implicaría algo más complejo que prestar el trono por cuatro años a Cristina.
Si la dejaba sola, el sueño eterno no se cumpliría. Entonces se puso a gobernar él, como si siguiera siendo presidente, transformando a ella en una figura decorativa.
Esta intentona de forzar las instituciones para hacerles cumplir tareas contrarias a su espíritu, voló por los aires en los recientes comicios.
Por eso, algunos suponen que de aquí en más - a en la imposibilidad de construir reelecciones disimuladas o de sustituir roles ajenos- Néstor dejará en paz a Cristina para que ella intente cumplir el rol por el que fue votada y que aún no cumplió.
Sin embargo, lo que de nuevo parece estar intentándose es seguir evadiendo la normalización institucional que el pueblo pide a gritos
Esta vez, frente al desprestigio similar -o peor- de Néstor en relación con Cristina, lo que él pretende es la fusión total de ambos, la simbiosis perfecta.


Vale decir, él ya no la mandará externamente sino que se internalizará en ella, por lo que todo lo que hagan será de ella y de él, a la vez.
Ya no habrá ministros más cercanos a uno u otra, ni estilos o políticas aún
sutilmente distintas.
De la fusión de los dos -como en un experimento de laboratorio- está naciendo una síntesis: el nestorcristinismo o el cristinestorismo, como se lo quiera llamar.

A las pocas horas de las elecciones - aún no gestada la invención - aparecieron Néstor primero y Cristina luego, mostrándose como malísimos perdedores, negando haber perdido y criticando a todo y a todos como si nada hubiera cambiado.

Sin embargo, el rechazo social y político fue tan colosal, que allí ambos intuyeron que -aunque no les gustara en absoluto- deberían cambiar.

Pero en vez de hacerlo por el camino normal, decidieron anormalizarse aún más.

En vez de separarse, se pegaron aún más.

Con lo cual, el matrimonio presidencial ha creado una institución inédita en la historia del país: la presidencia matrimonial.

Lo primero que hizo la nueva criatura fue armar el peor gabinete de la era K, del cual se barrió a todos los supuestos traidores, debiluchos, batidores ( los que le contaban a Cristi las malas nuevas que Néstor no quería que le contaran ), para dejar sólo a los capaces de declararse soldados leales a una única causa : la de Néstor y Cristina, un solo corazón.

Ministros con inteligencia razonable, aunque sin personalidad.

Voluntariosos, pero sin voluntad propia. Incapaces de plantearse siquiera la posibilidad de permitirse estar más cerca de una que del otro, como ingenuamente intentaron Lousteau, Massa, Carlos Fernández, incluso Ocaña, hoy todos despedidos.

Ahora se será de los dos, o no se será de ninguno.

Mejor dicho, sólo se será del nuevo presidente compuesto por dos personas.

Sin embargo, luego del horror ministerial, el 9 de Julio la nueva criatura presidencial se mostró mucho más tolerante de lo que nunca fueron Cristina o Néstor separados : abierta al diálogo y al consenso, ofreciendo una serie de propuestas en gran parte positivas, esperadas y necesarias.

¿Será posible que de una criatura creada monstruosamente, pueda surgir un programa positivo de reconstrucción nacional?

Pregunta aún sin respuesta.

Pero permitámonos soñar que tal ilusión pueda ser posible